Se conoce como aspergilosis a todas aquellas enfermedades producidas por los hongos del género Aspergillus. Aunque el más frecuente es Aspergillus fumigatus, existen otros potenciales patógenos, como Aspergillus flavus, Aspergillus niger, Aspergillus nidulans o Aspergillus terrens. Los Aspergillus son hongos saprofitos y ubicuos, de distribución universal. La transmisión ocurre por inhalación de las esporas, aunque se han descrito casos de infección por autoinoculación. Patogénicamente, invaden los vasos sanguíneos, produciendo isquemia, necrosis, edema y hemorragias. Conocimientos adicionales recomendados
Cuadros clínicos
DiagnósticoExisten numerosos métodos. El más frecuente consiste en la demostración de Aspergillus en biopsias o cultivos, aunque el riesgo de contaminación por hongos del ambiente es alto. También existen metodos serológicos: el ELISA para detección del antígeno galactomanano tiene un rendimiento del 80%, y se considera diagnóstico de certeza para niveles superiores a 0.5-0.8 nanogramos por mililitro, siendo además indicación de tratamiento aún sin clínica. La PCR está en desarrollo. Con rayos X de pecho y tomografía las aspergilosis pulmonares clásicamente se manifiesta como un signo de aire creciente.[1] TratamientoEntre los fármacos más utilizados se encuentran el voriconazol, el itraconazol, la anfotericina B y la caspofungina. En los casos de aspergilosis invasiva, se combinan el voriconazol y la anfotericina B, hasta la resolución de la enfermedad. En la aspergilosis broncopulmonar alérgica, el tratamiento de elección combina corticoide con itraconazol.[2] Referencias
Categoría: Enfermedades infecciosas |
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