La calcinación es el proceso de calentar una sustancia a temperatura elevada, pero por debajo de su entalpía o punto de fusión, para provocar la descomposición térmica o un cambio de estado en su constitución física o química. El proceso, que suele llevarse a cabo en largos hornos cilíndricos, tiene a menudo el efecto de volver frágiles las sustancias. Los objetivos de la calcinación suelen ser:
Hay unas pocas finalidades más para las que se emplea la calcinación en casos especiales (por ejemplo, el carbón animal). Las reacciones de calcinación pueden incluir disociación térmica, incluyendo la destilación destructiva de los compuestos orgánicos (es decir, calentar un material rico en carbono en ausencia de aire u oxígeno, para producir sólidos, líquidos y gases). Ejemplos de otras reacciones de calcinación son la concentración de alúmina calentando bauxita, cambios de estado polimórficos como la conversión de anatasio en rutilo, y las recristalizaciones térmicas como la desvitrificación del cristal. Se suelen someter a procesos de calcinación materiales como los fosfatos, la alúmina, el carbonato de manganeso, el coque de petróleo y la magnesita marina. Conocimientos adicionales recomendados
AlquimiaEn alquimia se creía que la calcinación era uno de los 12 procesos vitales necesarios para la transformación de una sustancia. Los alquimistas distinguían dos tipos de calcinación: la real y la potencial. La calcinación real era la efectuada con fuego real sobre madera, carbón u otro combustible, llevado a cierta temperatura. La potencial era la llevada a cabo mediante fuego potencial, es decir, compuestos químicos corrosivos. Por ejemplo, el oro era calcinado en un horno de reverbero con mercurio y sal de amonio, la plata con sal común y sal de ácali, el cobre con sal y azufre, el hierro con sal de amonio y vinagre, el estaño con antimonio, el plomo con azufre y el mercurio con agua fuerte.[1] También había una «calcinación filosófica», que se decía que ocurría cuando los cuernos, pezuñas, etcétera se colgaban sobre agua hirviendo u otro licor hasta que perdían su mucílago y podían ser reducidos fácilmente a polvo.[1] GeologíaLa calcinación también puede ocurrir bajo capas de ceniza volcánica caliente. Por ejemplo, en la erupción del 2006 del volcán Tungurahua (Ecuador). ReferenciasVéase también
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