Félix Dujardin (Tours 5 de abril de 1801- Rennes, 8 de abril de 1860) fue un biólogo, zoólogo francés. Conocimientos adicionales recomendados
BiografíaOcupó la cátedra de Geología y Mineralogía de la Universidad de Toulouse en 1839 y, al año siguiente, la de botánica y la zoología en la Universidad de Rennes. Se especializó en el estudio de los infusorios: Histoire naturelle des zoophytes infusoires (1841). Fue miembro de la "Academia Francesa de Ciencias". Es uno de los primeros microscopistas de la vida animal; en 1834 propuso un nuevo grupo de organismos unicelulares denominándolos Rhizopoda. Este nombre luego lo cambió a Protozoa. Y fue quien refutó al naturalista Christian Gottfried Ehrenberg (1795–1876) el concepto de que los organismos microscópico son similares a los animales superiores. En Foraminifera, describe la sustancia denominada sarcode; con la cual nace el nombre de protoplasma acuñado por Hugo von Mohl (1805-1872). Dujardin también fue investigador de otros invertebrados, incluso equinodermos, helmintios y cnidarios.
Obra
AbreviaturaLa abreviatura Dujard. se emplea para indicar a Félix Dujardin como autoridad en la descripción y clasificación científica de los vegetales. (Ver listado de spp. asignadas por este autor en IPNI AbreviaturaLa abreviatura Dujard. se emplea para indicar a Félix Dujardin como autoridad en la descripción y clasificación científica en zoología. La apiculturaFriedrich Karl Christian Ludwig Büchner en su libro Fuerza y materia, comenta: Léase lo que refiere Dujardin sobre la inteligencia de las abejas. Cítase con frecuencia el lenguaje como rasgo característico que distingue al hombre del animal, añadiendo que es el abismo que media entre ambos. Los que presentan esta objeción no saben ciertamente que los animales también hablan. Hay una porción de ejemplos que prueban que los animales poseen en el más alto grado la facultad de comunicarse sus ideas, aun sobre cosas enteramente concretas. Dujardín colocó en el hueco de una pared, y muy lejos de las colmenas, un vaso con azúcar. Una sola abeja que había descubierto este tesoro grabó en su memoria el estado de sitio, volando alrededor de los bordes del hueco y tocándolos con la cabeza; después de este examen, marchóse volando y volvió con un enjambre de compañeras que se echaron sobre el azúcar. ¿No se habían hablado estos animales? Infinitos ejemplos demuestran que las aves se comunican detalladamente una porción de cosas, se conciertan. Fraviere, en su obra sobre las abejas y su educación, refiere las cosas más extraordinarias, descubiertas por una observación minuciosísima sobre [226] el lenguaje y la facultad de comunicarse de estos insectos. El medio empleado por los camellos para colocar centinelas y avisarse de la proximidad del peligro, demuestra también plenamente aquella facultad. Es indudable que no han podido existir cazadores de camellos antes de existir éstos. ¿Han aprendido, pues, por mero instinto a tomar semejantes precauciones? Muchos animales que viven asociados eligen un guía y se ponen voluntariamente a sus órdenes. ¿Puede acontecer esto sin haber comunicaciones por ambas partes?.
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