La hepatitis C es una enfermedad infectocontagiosa que afecta al hígado, producida por infección con el virus de la hepatitis C (VHC). La hepatitis hace que el hígado se inflame y deje de funcionar bien. Toda persona necesita que su hígado esté sano. Este órgano desempeña muchas funciones para mantenerlo vivo. El hígado combate las infecciones y detiene las hemorragias. Elimina medicamentos, drogas y otras sustancias tóxicas del torrente sanguíneo. También almacena energía que puede usarse en caso necesario. Conocimientos adicionales recomendados
Formas de contagio de la hepatitis C
La hepatitis C se propaga por medio del contacto de sangre sin infectar con sangre de una persona infectada (trasmisión por vía parenteral). Se puede contraer hepatitis C al:
Raramente el contagio puede ser por vía sexual; se calcula que este tipo de contagio representa un 2,7 % de los casos; y se da especialmente cuando en la relación sexual existe sangrado. La vía de transmisión de la hepatitis C es básicamente parenteral, esto es sangre / sangre directo. El mantener prácticas sexuales de riesgo hace que se esté expuesto al contagio. Raramente, una persona puede contraer hepatitis C por medio de hacerse un tatuaje o una perforación en alguna parte del cuerpo con instrumentos desesterilizados o sucios. La hepatitis C no se contagia:
Transfusiones de sangreLas personas que recibieron una transfusión de sangre o un trasplante de algún órgano antes de 1992, podrían tener hepatitis C. Antes de 1992, los médicos no podían detectar el virus de la hepatitis C en la sangre, por lo que multitud de personas recibieron sangre infectada. Las personas que recibieron una transfusión de sangre o un trasplante antes de 1992, pueden pedir a su médico que les haga la prueba de la hepatitis C. Síntomas de la hepatitis CLa mayoría de las personas no presentan ningún síntoma. Sin embargo, algunas pueden sentirse como si tuvieran “estado gripal”. Algunos síntomas son:
Algunas personas presentan
Es aconsejable acudir al médico en caso de tener algunos de estos síntomas o de sospechar padecer Hepatitis C. Pruebas para diagnosticar la hepatitis CComo quiera que la Hepatitis C cursa generalmente asintomática, la mayoría de los casos vienen determinados por análisis sanguíneos realizados en el curso de una donación de sangre, previamente a una operación, o en un control rutinario. En caso de duda (por ejemplo, si los marcadores hepáticos hacen sospechar una infección por VHC) se lleva a cabo una prueba para determinar la presencia de anticuerpos contra el virus. Sin embargo, la presencia de anticuerpos no es determinante de la enfermedad, sino que sólo indica que se ha estado en contacto con el virus, por lo que en caso de no haber alteración de las enzimas hepáticas, se lleva a cabo la determinación de ARN del virus. Sin embargo, frente a esta opinión es defendido el principio de que la presencia de anticuerpos C implica la presencia del virus C, puesto que éste no es eliminable en etapas de cronicidad. Es una constante el hecho de que la presencia de anticuerpos C es concomitante con la presencia de virus C en los portadores de dicho virus C. Si existiera la sospecha clínica de que la hepatitis C pudiese haber llegado a ser causa de cirrosis o cáncer de hígado, podría ser necesario efectuar una biopsia hepática diagnóstica, aunque existen pruebas iconográficas (ecografía hepática, tomografía computabilizada, etc.), así como pruebas de laboratorio como es la determinación de Alfa-feto-proteínas en plasma que podrían orientarnos ante la sospecha de cáncer hepático. La biopsia es una prueba relativamente sencilla. Consiste en extraer una muestra muy pequeña del hígado por medio de una aguja. El tiempo de recuperación es corto, apenas unas horas de inmovilidad en el hospital para prevenir posibles hemorragias. Ese fragmento se estudia para determinar el daño del hígado y otros datos. Evolución de la hepatitis CTras una fase aguda inicial en la cual, como mínimo, un 20% de infecciones se curan solas, la enfermedad se cronifica. Se considera que la fase aguda dura entre 3 y 6 meses, pero se alarga la fase crítica hasta 1 año para incluir en ella curaciones espontáneas que se han producido en los 6 segundos meses. Los síntomas físicos como ictericia son raros, y el cansancio asociado a las hepatitis puede pasar desapercibido. Sin embargo, una atenta mirada hacia el pasado permite distinguir el periodo posterior a la infección por una cierta baja del ánimo y la osadía. Esta fase crónica puede alargarse 20 y 30 años sin más síntomas que algunas alteraciones de los marcadores hepáticos. Después puede empezar una fase de fibrosis del hígado algo más rápida que llega a desembocar en cirrosis en unos años y posteriormente en cáncer de hígado. El diagnóstico de cáncer de hígado en pacientes de hepatitis C no es superior al 5%, y muchos pacientes podrían superar los 30 años de cronicidad sin desarrollar grandes lesiones hepáticas. Otro sector importante de los afectados de hepatitis C no presenta síntomas clínicos de ningún tipo, (marcadores hepáticos normales) y se considera que este 30% tienen mejor pronóstico que los demás. Parece también comprobado que el pronóstico es mejor cuanto más tempranamente se haya contraído la enfermedad, y esto independientemente de la viremia (cantidad de virus por unidad de sangre). La viremia no parece afectar a la evolución de la enfermedad y, quizá, sólo modifique lo potencialmente contagioso que es cada paciente. Tratamiento de la hepatitis CEl tratamiento farmacológico más eficaz se basa en la asociación de interferón pegilado administrado por vía subcutánea, con otro fármaco antiviral llamado ribavirina por vía oral. Los efectos secundarios del interferón son numerosos, la mayoría incluidos en lo que se llama síndrome gripal. Al cabo de los meses provoca pérdida de masa muscular. Todos estos síntomas revierten al finalizar el tratamiento. El más temible efecto secundario de la ribavirina es que produce modificaciones que afectan a la reproducción; los hijos de un paciente recientemente tratado con ribavirina pueden nacer disminuidos psíquicos o con deformidades físicas (efecto teratológico). Por esta razón los médicos aconsejan no engendrar hasta 6 meses después de finalizado el tratamiento, y la Asociación Española de Enfermos de Hepatitis C sugiere alargar este periodo a un año, para más seguridad.[1] El porcentaje de éxito (eliminación del virus en sangre mantenida hasta un año después de terminado el tratamiento) es algo superior al 50% dependiendo del tipo de virus. El 1b es el más difícil de curar y requiere tratamiento de un año. La hepatitis C puede evolucionar en cirrosis o incluso en un tipo específico de cáncer de hígado. En este caso, la alternativa del trasplante de hígado es poco eficaz y alarga la supervivencia pocos años, pero no cura la hepatitis C. La comunidad médica no reconoce por el momento casos de curación espontánea (negativización del virus en sangre mantenida durante un año) más allá del periodo inicial de un año que corresponde a la fase aguda. Protección respecto al contagioPara evitar el contagio de la hepatitis C, han de tomarse como mínimo las siguientes medidas:
Referencias
Fuentes
Enlaces externos
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