Las agujetas (nombre médico mialgia diferida) es el nombre coloquial de un dolor muscular llamado "Dolor muscular de aparición tardía" (en inglés DOMS: Delayed Onset Muscular Soreness) acompañado de una inflamación muscular.[1] [2] Aparece como un dolor localizado después de un período de ejercicio intenso tras un período carente de ejercicio.[3] Su síntoma es un dolor intenso y localizado similar al de pequeñas agujas (de ahí el nombre) y suponen una disminución de la movilidad y la flexibilidad durante un periodo entre uno (24 h) y cinco días, dependiendo de la actividad y del historial previo de carencia deportiva. Existen numerosas teorías sobre el origen de las agujetas.[1] Conocimientos adicionales recomendados
Fundamento de la mialgia diferidaLa mialgia diferida (agujetas) aparece siempre en la práctica de un ejercicio en la que existe una contracción muscular excéntrica (contraria a la gravedad - un ejemplo puede ser cuando se corre colina arriba). Las investigaciones realizadas muestran que se produce igualmente en los músculos de animales que en los humanos.[1] El dolor proporciona sensación de rigidez al atleta y afecta tanto a atletas expertos como novatos, el factor importante es la "familiaridad" con el ejercicio realizado.[4] La intensidad de la mialgia es mayor cuanto más intenso ha sido el ejercicio realizado y menos habitual es en la rutina deportiva, aunque sobre este punto existe todavía una discusión en la comunidad científica.[5] Existen algunas teorías acerca del fundamento de la mialgia diferida:
Existen otras teorías que aportan explicaciones a algunos efectos de la mialgia, quedando sin explicar otros. Microrrotura de fibras muscularesLa teoría de la microrrotura es clásica ya que en el año 1902 se formuló por primera vez,[8] en ella se menciona que la mialgia aparece tras la práctica deportiva se explica mediante alguna literatura científica como una rotura de fibras musculares en su mínima expresión, técnicamente es la rotura de los sarcómeros musculares.[9] Lo que acaba produciendo un efecto de inflamación ligero del músculo afectado.[10] Este dolor se debe a que la fibra muscular es débil y no es capaz de sostener el nivel de ejercicio, probablemente porque se está desentrenado y la fibra no es capaz de aguantarlo. Los patrones de rotura dentro del músculo son completamente aleatorios.[11] Existe alguna evidencia científica que menciona una mayor cantidad de microroturas en los músculos de contracción rápida.[12] [11] Esta teoría parece ser la más aceptada por la comunidad científica y se han realizado numerosos estudios en deportistas.[13] Las zonas más afectadas por este dolor son las uniones musculares y los tendones cerca de las articulaciones, esto se debe a que la zona musculotendinosa es donde existen más fibras musculares débiles y más tensión. Existe un segundo supuesto: los receptores del dolor (nociceptores) se encuentran en mayor cantidad en estas regiones.[13] El dolor muscular suele tener un periodo que oscila entre los 5 y 7 días con un pico de dolor que se muestra a los 1-3 días tras el ejercicio. Por ejemplo, el dolor y la relajación de los músculos no contribuye a la pérdida de fuerza que aparece en los días de recuperación, no existen evidencias de una inhibición neuronal sobre los músculos[14] y una desactivación en las unidades motoras[15] El dolor y la debilidad muscular se deben prinicipalmente a los procesos inflamatorios más que al daño micromuscular producido.[16] Las investigaciones realizadas se han fundamentado en el desbalance sobre la homeostasis del calcio en los tejidos musculares debido a la microroturas musculares.[17] Aumento de la temperaturaDurante un ejercicio intenso las células musculares pueden alcanzar temperaturas entre los 38º y los 48º, lo que supone una muerte celular o necrosis. Este proceso genera una desorganización estructural en los músculos que acaba generando un dolor generalizado en ciertos músculos.[18] Esta teoría se ha convertido en una derivación de la de microrotura de las fibras musculares, ya que puede considerarse como una causa más de la microrotura. Acumulación de ácido lácticoLa teoría fue establecida por primera vez por Assmussen en el año 1956[7] y desde entonces la teoría ha ido siendo cada vez más abandonada por la comunidad científica. En condiciones de anoxia (falta de oxígeno) como la que ocurre en las células musculares durante un ejercicio intenso el metabolismo cambia y las células fermentan los nutrientes para conseguir energía. La fermentación produce mucha menos energía que el metabolismo normal, que degrada la glucosa a dos ácidos pirúvicos y este se degrada completamente por otras rutas metabólicas. Sin embargo, en la fermentación el ácido pirúvico se transforma en ácido láctico que cristaliza en el músculo. El dolor producido, por tanto, sería el resultado de la acidez incrementada captada por los nervios y por las microrroturas del músculo debido a los cristales.[19] Según mencionan algunos autores, esta teoría tiene pocos fundamentos, la observación muscular mediante biopsias musculares no ha podido mostrar la aparición de tales cristales. Tras formarse los cristales de ácido láctico muchos se degradan y una pequeña parte se recombina con otras sustancias para proporcionar moléculas energéticas (glucosa). Otra evidencia que niega tal cristalización es que el ácido láctico llega a cristalizar a temperaturas inferiores a -5ºC, cosa que hace que esta teoría pase a ser una "leyenda urbana" establecida por la transmisión de deportista a deportista sin llegar a un fundamento científico claro. Espasmo muscularEsta teoría fue introducida en el año 1961 por Dvries.[20] Esta teoría propone que el dolor sea resultado de pequeñas descargas eléctricas debido a la fatiga del músculo. Durante un periodo de actividad intensa las contracciones musculares reducen el flujo sanguíneo provocando daños a las células (isquemia) lo que produce un estímulo en las terminaciones nerviosas que vuelven a contraer la fibra muscular, con lo que se repite el ciclo. El aumento de la actividad eléctrica produce, además de la excitación de los nervios una gran fatiga muscular por la falta de flujo sanguíneo. La teoría ha sido criticada por algunos estudiosos de la fisiología y hoy en día se pone en duda.[21] Tratamiento de la mialgia diferidaSe han investigado numerosos tratamientos contra la mialgia diferida tanto en situaciones previas como posteriores al ejercicio. Estas intervenciones se pueden clasificar en tres amplias categorías:[22]
PrevenciónNo existe un método claro para prevenir y tratar las agujetas a pesar de las numerosas investigaciones.[16] Sin embargo se ha demostrado que los estiramientos musculares previos a la realización del ejercio así como posteriores disminuyen la intensidad del dolor. También tiene efectos positivos sacudirse los músculos durante la realización del ejercicio físico (favorece la circulación sanguínea) y tomarse una ducha caliente al concluirlo.[32] [33] Es conveniente un calentamiento previo así como el aumento progresivo del nivel de entrenamiento, empezando por ejercicios suaves hasta llegar a los más intensos,[34] de este modo las fibras musculares se preparan para una situación de esfuerzo. Algunos suplementos dietéticos que parecen tener algún efecto en la mialgia diferida son la árnica, de origen homeopático;[35] la ubiquinona (coenzima-Q); y la L-carnitina, en ciertos trabajos científicos sobre corredores de maratón.[36] PostratamientoSe ha realizado una exhaustiva investigación acerca de como tratar las agujetas una vez se producen. Uno de los métodos más empleados en la medicina deportiva es el masaje muscular.[37] [38] El uso de antioxidantes (vitamina C y E) no ha dado resultados positivos para eliminar sus efectos.[39] Una idea muy extendida y popular es que el consumo de agua con bicarbonato sódico o azúcar puede utilizarse para combatir las agujetas. Este remedio casero es el resultado de la aceptación masiva de la teoría referente al ácido láctico. Puesto que esta teoría está prácticamente descartada, este método probablemente no evita ni cura las agujetas ni sus síntomas, pero puede provocar basicidad y problemas gástricos. Por lo tanto no debe seguirse un tratamiento de este tipo. Referencias
Véase también
Referencias externasArtículo del Dr. Franchek Drobnic |
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