Las poliaminas son moléculas de naturaleza policatiónica presentes tanto en plantas, animales y microorganismos. En las primeras actúan como fitohormonas, esto es, reguladores del desarrollo, aunque dicha actuación es cuestionada por algunos científicos,[1] debido a que su concentración en la planta es muy elevada, lo que es opuesto a la idea de que intervengan como hormonas, sustancias, que por definición, son activas en muy baja dosis: podría ser, por ello, que actuaran simplemente como segundos mensajeros.[1] No obstante, queda claro que afectan a aspectos del desarrollo, crecimiento, senescencia y respuesta a estrés. Conocimientos adicionales recomendadosLas poliaminas más eminentes en plantas son la diamina putrescina, la triamina espermidina y la tetraamina espermina. Debido a su naturaleza policatiónica, pueden unirse y estabilizar a polímeros ricos en cargas negativas como es el DNA,[2] pero también a fosfolípidos y proteínas.[1] Dichas funciones se postulan igualmente para animales y microorganismos. Un ejemplo de su importancia es que cuando su síntesis está inhibida, el ciclo celular se detiene o retarda, a no ser que se añadan exógenamente. La mayoría de células eucariotas poseen un sistema de transporte de poliaminas ubicado en la membrana plasmática que facilita la captación de poliaminas exógenas. Dicho sistema, de vital importancia en tejidos animales que se encuentran en proliferación, es una diana farmacológica en el desarrollo de nuevos compuestos quimioterapéuticos.[3] Referencias
Categoría: Poliaminas |
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