La quinina, C20H24N2O2 es un alcaloide natural, blanco y cristalino, con propiedades antipiréticas, antimalaria y analgésicas. Tiene un sabor amargo. Es un estereoisómero de la quinidina. Conocimientos adicionales recomendadosLa quinina era el principal compuesto empleado en el tratamiento de la malaria hasta que fue sustituido por otros medicamentos sintéticos más eficaces, como la quinacrina, cloroquina y primaquina. La quinina se puede utilizar todavía en el tratamiento de la malaria resistente, los calambres nocturnos en las piernas y en la artritis. También se intentó utilizar para tratar pacientes infectados con priones, pero con un éxito limitado. Es un compuesto empleado frecuentemente en la adulteración de la heroína. El mecanismo propuesto para explicar su eficacia antimalárica se basa en que es tóxico para el plasmodium, el parásito que infecta los glóbulos rojos, impidiéndole metabolizar la hemoglobina de la cual se alimenta y matándolo, bien por inanición, bien por la acumulación de un exceso de hemoglobina parcialmente metabolizada en su interior. La quinina se extrajo por primera vez de la corteza de la quina, un árbol originario de Sudamérica. Fue aislada y bautizada así, en 1820, por los investigadores franceses Pierre Joseph Pelletier y Joseph Caventou. Su nombre se deriva de la palabra quechua (idioma nativo americano) que describía la corteza del árbol de la quina: quina o quina-quina significa corteza de la corteza o corteza del acebo. El uso a gran escala de la quina como profiláctico tiene su origen en 1850, aunque su uso se remonta, en Europa, y sin aislar ni purificar, al siglo XVII. La corteza del quino, que contiene quinina, era conocida por sus propiedades curativas por los nativos americanos, pero no se incorporó al acervo cultural europeo hasta que no fueron descubiertas sus propiedades antimaláricas. La fecha exacta de este descubrimiento es polémica: la malaria no existía en Sudamérica, así que los nativos no podían por tanto conocer sus propiedades antimaláricas. En 1638, las propiedades de la corteza de la quina fueron descubiertas por la Condesa de Chinchón, cuando los curanderos nativos la emplearon para tratar su malaria, pero las referencias a las propiedades curativas de la quinina y su exportación habían comenzado dos siglos atrás. El quino sigue siendo la única fuente útil de quinina. Sin embargo, en tiempos de guerra, se intensificaron los esfuerzos para lograr su síntesis total. Los químicos americanos R.B. Woodward y W.E. Doergin consiguieron sintetizarla en 1944. Desde entonces, se han conseguido otras síntesis totales más eficaces, pero ninguna de ellas puede competir a nivel económico con las técnicas de aislamiento y purificación del alcaloide a partir de fuentes naturales. El uso de la quina a dosis terapéuticas puede provocar cinchonismo; en dosis altas o casos raros, puede ser incluso letal, debido a un edema pulmonar agudo y fulminante. A dosis muy elevadas puede provocar aborto espontáneo. Además, la quinina es considerada un teratógeno de categoría X por la FDA estadounidense, lo cual significa que puede causar defectos de nacimiento (especialmente sordera) si es tomada por mujeres durante el embarazo. La quinina se usa como potenciador del sabor en el agua tónica, confiriéndole su característico sabor amargo. Debido a los efectos secundarios de altas dosis de quinina, su concentración se ha limitado por la FDA estadounidense a un máximo de 83 ppm. Este valor es aproximadamente un cuarto del empleado terapéuticamente. Los colonos británicos presentes en la India, según la tradición, mezclaron el agua tónica empleada por los hindúes con ginebra, para compensar con su sabor dulce el amargor del agua tónica, dando lugar al conocido cóctel gin-tonic. Reactividad
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