El término científico de mama, se emplea para designar una región anterosuperior lateral del tronco femenino humano, y de la región anterocaudal sobre expuesta a la pelvis para las especies de mamíferos inferiores, abarcando en los mamíferos superiores e inferiores el contenido de la glándula mamaria, los conductos galactóforos empleados para la lactancia. En anatomía humana, las mamas se desarrollan en un par correlativas al área antes descrita para el ser humano, mientras que en mamíferos inferiores se suele doblar el número en dicha región descrita anteriormente. Su estructura es casi totalmente simétrica —la izquierda es de mayor tamaño que la derecha en la mayoría de los casos, siendo lo contrario muy raro— situadas bajo la piel en el tórax de todos los individuos de la especie humana. Erróneamente se emplea la palabra "seno" para referirse a la mama, ya que la palabra seno hace referencia a una cavidad corpórea, por lo que debe referirse al término propicio de mama. Los mamíferos machos también poseen mamas, aunque éstas no están completamente desarrolladas, aunque suelen desarrollarse en distintas enfermedades congénitas, tal es el caso del pseudohermafroditismo. Conocimientos adicionales recomendados
Características
Cada mama, cuyo aspecto exterior es una prominencia de tamaño y turgencia variables, está poseé ciertas estructuras tanto externas e internas, iniciando por las del exterior en donde se puede visualizar al pezón y a la areola. Internamente la mama posee gran parte de tejido adiposo, que la constituye en un 90 por ciento dándole la forma abultada, además se integran al tejido los conductos galactóforos y la glándula mamaria encargados ambos de la producción y secresión de leche materna. Las glándulas mamarias se distribuyen por todo el seno, aunque las dos terceras partes del tejido glandular se encuentran en los 30 mm más cercanos a la base del pezón.[1] Estas glándulas drenan en el pezón por medio de ductos, cada uno de los cuales tiene su propia apertura o poro. La intricada red formada por los ductos se ordenan de forma radial y convergen en el pezón. Sin embargo los ductos más próximos a éste no actúan como reservorios de leche. HistologíaLa glándula mamaria consta de dos elementos fundamentales: los acinos glandulares, donde se encuentran las células productoras de leche y los ductos, un conjunto de estructuras tubulares y huecas, ramificadas en forma de árbol, cuyas luces confluyen progresivamente en canalículos más y más gruesos hasta terminar en uno de los doce a dieciocho vértices llamados galactóforos.[2] Los galactóforos son dilataciones ductales a modo de reservorios situados inmediatamente por detrás del pezón, formados por un epitelio escamoso no querantinizado.[3] En la base del conjunto areola-pezón se localizan las células mioepiteliales, estrictamente epiteliales en cuanto a su origen, aunque con la particularidad de que son capaces de contraerse a la manera de fibras musculares. Estas células, rodeadas por fibras musculares lisas en forma radial, provocan la erección del pezón ante estímulos como succión, roce, tacto y frío[3] , produciendo la salida de la leche almacenada en los galactóforos. El resto de las mamas está compuesto por tejido conjuntivo -colágeno y elastina-, tejido adiposo (grasa) y una aponeurosis llamada ligamento de Cooper. La proporción de glándula y tejido adiposo parte de 1:1 en mujeres que no están lactando, hasta 2:1 en mujeres lactantes.[1] Drenaje linfáticoAproximadamente un 75% de la linfa proveniente de las mamas viaja a los ganglios linfáticos de la axila del mismo lado. El resto viaja a los nódulos paraesternales, a la mama del lado opuesto y finalmente hasta los gánglios linfáticos abdominales. Los nódulos axilares incluyen el grupo inferior o pectoral —que drena la parte profunda y transmuscular—, el grupo interno o subescapular —que drena la parte interna de la glándula mamaria— y el grupo externo o humeral —que drena el borde externo de la mama—. Este drenaje tiene particular importancia en la oncología, debido a que las mamas son un lugar frecuente de desarrollo de cáncer, si células malignas se desprenden del tejido mamario, podrían dispersarse a otras partes del cuerpo a través del sistema linfático produciendo metástasis. El hecho de que los vasos linfáticos recorran el tejido transmuscular del pectoral mayor es justificativo para la extirpación del mismo en el tratamiento quirúrgico del cáncer de mama —la llamada mastectomía radical de Halsted. Forma y soporte
Las mamas varían en tamaño y forma. Su apariencia externa no predice su anatomía interna o su potencial de lactancia. La forma de la mama depende en gran medida de su soporte, el cual proviene principalmente de los ligamentos de Cooper y del tejido torácico subyacente sobre el cual descansa. Cada mama se adhiere en su base a la pared torácica por una fascia profunda que recubre los músculos pectorales. En la parte superior del pecho recibe cierto soporte de la piel que los recubre. Esa combinación de soporte anatómico es lo que determina la forma de las mamas. En un pequeño grupo de mujeres, los ductos y galactóforos son visibles por no fusionarse con el tejido que los rodea. La ubicación del pezón en relación al pliegue inframamario define el término ptosis, en el cual la mama cuelga de tal manera sobre el pecho que el pezón sobrepasa el pliegue inframamario. En algunos casos el conjunto pezón-areola puede eventualmente llegar a colgar hasta el nivel del ombligo. La distancia entre el pezón y la base superior del esternón en un seno joven, promedia 21 cm y es una medida antropométrica usada para determinar la simetría mamaria y el ptosis. Las mamas existen en un rango de proporción entre longitud y diámetro de la base, variando de 1:2 hasta 1:1. AnatomíaVéase también: Términos anatómicos de localización
Las mamas se ubican sobre el músculo pectoral mayor y por lo general se extienden verticalmente desde el nivel de la segunda costilla, hasta la sexta o séptima.[4] En sentido horizontal, se extiende desde el borde del hueso esternón hasta una línea media, imaginaria, de la axila. A nivel del extremo anterior más distal del tórax, a la altura del tercer espacio intercostal, la piel se especializa para formar la areola y el pezón. Cada mama limita en su cara posterior con la aponeurosis o fascia del músculo pectoral y contiene abundante tejido graso allí donde no hay tejido glandular. La grasa y el tejido conectivo, junto con los ligamentos de Cooper (que unen la glándula a la piel) constituyen un verdadero ligamento que dan forma y la sostienen, permitiendo el deslizamiento normal del seno sobre los planos musculares subyacentes. La mama, además, contiene vasos arteriales, venosos y linfáticos, así como elementos nerviosos. No existe dentro del seno nada que se parezca a una cápsula continua que envuelva a la mama. De hecho es muy común que exista un tejido llamado aberrante o ectópico (literalmente ‘fuera de sitio’) en zonas bastante alejadas de la mama. El cuadrante superior lateral (el más alejado del esternón) se extiende diagonalmente en dirección a la axila y se le conoce como la cola de Spence.[5] Una delgada capa de tejido mamario se extiende desde la clavícula por arriba, hasta la séptima u octava costilla por abajo y desde la línea media hasta el borde del músculo dorsal ancho. No es raro encontrar tejido mamario en pleno hueco de la axila o bajo la piel, en la cara anterior del abdomen. La circulación sanguínea arterial de las mamas proviene de la arteria torácica interna (antes llamada arteria mamaria interna), que deriva de la arteria subclavia; de la arteria torácica lateral, de la arteria toracoacromial (ambas nacen de la arteria axilar) y de las arterias intercostales posteriores. El drenaje venoso de los senos es realizado principalmente por la vena axilar, aunque también pueden participar las venas torácica interna e intercostales. Tanto los hombres como las mujeres tienen una gran concentración de vasos sanguíneos y nervios en los pezones. En ambos sexos, los pezones tienen capacidad erectil como respuesta tanto a estímulos sexuales,[6] como al frío. La inervación de las mamas es dada por estímulos de ramas anteriores y laterales de los nervios intercostales cuatro a seis, provenientes de los nervios espinales. El pezón es inervado por la distribución dermatómica del nervio torácico T4. EmbriologíaEmbriológicamente el tejido glandular de la mama no es sino el producto del desarrollo desmesurado—desde el punto de vista morfológico y funcional— de glándulas sudoríparas modificadas de la piel, adaptadas para la producción de leche. La leche materna es un tipo de secreción de valor nutricional alto, adecuadamente adaptado a las necesidades de los recién nacidos y única fuente de alimento y anticuerpos durante los primeros meses de vida.[7] El desarrollo mamario durante la pubertad obedece al estímulo de hormonas ováricas, principalmente estrógeno y progesterona. El estrógeno estimula el desarrollo de la porción excretora de la glándula mamaria —principalmente los galactóforos— y la progesterona es responsable del desarrollo de la porción secretora —los lobulillos.[3] Estas hormonas impulsan el desarrollo de características femeninas, produciendo el mismo efecto en hombres con desequilibrios hormonales o en aquellos que desean modificar su identidad sexual. La alimentación con leche materna se conoce como lactancia. El acto de alimentar directamente al lactante se conoce como amamantamiento o tetada y se realiza mediante la succión directa del pezón por la boca del niño. Desarrollo
La mama experimenta cambios a lo largo del desarrollo del individuo. Salvo casos particulares, más o menos patológicos, la mama del varón se atrofia por completo, si bien el conjunto areola-pezón nunca desaparece y conserva siempre su sensibilidad particular y la capacidad de fruncimiento de la areola y de erección del pezón ante los estímulos. Los varones sometidos a tratamiento con estrógenos o que abusan de ciertas drogas, pueden desarrollar acúmulos de grasa que toman la forma de mamas (pseudoginecomastia) pudiendo secretar fluidos espontáneamente, aunque sin contenido lácteo.[8] El desarrollo de verdaderas mamas en los hombres, compuestas por glándulas y demás estructuras, se denomina ginecomastia. Los varones obesos también suelen desarrollar una pseudoginecomastia, pero sin los componentes anatómicos femeninos. En casos aislados existen individuos con más de dos glándulas, lo que se conoce como polimastia. Cada mama "de más" se denomina "mama supernumeraria" y tiene una situación anormal, aunque casi siempre se localizará dentro de una línea imaginaria situada a cada lado del cuerpo, desde el vértice de la axila hasta la cara lateral del labio mayor de la vulva (base del escroto en el varón) del mismo lado. La presencia de pezones supernumerarios, de diferentes proporciones y composición, se conoce como politelia.[9] Cambios durante la pubertadEn los individuos de corta edad, en condiciones normales, la mama permanece en un estado embrionario y no se desarrolla hasta la pubertad (sin embargo, la obesidad puede simular desarrollo mamario precoz o temprano). Las niñas típicamente desarrollan las mamas de manera no simultánea, notando la aparición de un botón embrionario firme y directamente retroareolar — debajo del centro de la areola-, frecuentemente algo excéntrico. Pronto se desarrolla el botón en el otro lado, aunque pueden desarrollarse simultáneamente, y en poco tiempo las dos mamas van adquiriendo su aspecto desarrollado habitual,[10] bajo el estímulo de las hormonas sexuales femeninas. El desarrollo del tejido adiposo y conectivo aumenta bajo la influencia de otras hormonas como la progesterona, prolactina, corticoides y hormona del crecimiento. Cambios durante el embarazoDurante el embarazo el aumento en los niveles de estrógenos y progesterona estimula el desarrollo glandular. Las mamas tienden a hacerse esféricas debido al aumento del tejido adiposo. En este periodo las mamas se vuelven turgentes y aumentan de tamaño. La pigmentación de la piel de la areola y del pezón aumenta muy notablemente y aparecen una pequeñas eminencias granulares en los bordes de las areolas conocidas como tubérculos de Morgagni, correspondientes al desarrollo de glándulas sebáceas.[10] La circulación de la mama aumenta y se hacen prominentes las venas superficiales, sobre todo en las mujeres de raza caucásica (raza blanca), efecto que se puede incrementar durante la lactancia. Cambios durante la lactanciaLa lactancia tiende a mantener los cambios ocurridos durante el embarazo. Al inicio de la misma y durante las primeras horas, los repetidos intentos de succión por parte del neonato acaban por provocar la salida de una secreción espesa y amarillenta, rica en colesterol, llamada calostro. Véase también: Leche de bruja
Funciones de la mamaLactancia
La producción de leche en las mamas comienza desde antes del parto, sin embargo, la salida de líquido no se suele producir hasta ese momento, debido a la disminución en las concentraciones de progesterona y la producción de prolactina y oxitocina.[11] A partir de ese momento (en algunas mujeres desde antes) la mama segrega calostro, un líquido espeso con suaves propiedades laxantes (tiene un contenido elevado de cloro, sodio, potasio y proteínas) que facilita la evacuación del meconio del intestino del recién nacido. El calostro es segregado durante tres días, una leche intermedia durante los quince siguientes para dar paso a la leche madura posteriormente. La leche materna contiene más de 300 componentes, entre los que incluye proporciones elevadas de agua (hasta un 85%). Aunque podría parecer que esta circunstancia limita el aporte de nutrientes al neonato es importante considerar que una osmolaridad elevada no es fácil de equilibrar por parte del riñón del lactante que, en sus primeros meses, debe extraer el agua que necesite de la leche y sin aportes adicionales. La composición de la leche materna varía de acuerdo a la edad del neonato, el clima y las necesidades específicas del neonato. En la leche se encuentran numerosos nutrientes, así como proteínas, aminoácidos, vitaminas, y minerales esenciales además de encontrarse una potente de inmunoglobulinas tipo IgA que actúan como anticuerpos proporcionando al neonato una importante protección ante potenciales infecciones. Las formulas lacteas elaboradas a partir de leche bovina, carecen de este componente, y aunque recientemente algunos laboratorios tal es el caso de Bayer, indican que la gammaglobulina (o inmunoglobulina) IgA se conserva en microfragmentos dentro de la fórmula, está futílmente no es provechosa para el ser humano debido a su estructura molecular ligada a ciertos eslabones de aminoácidos que el organismo humano no puede reconocer y que incluso en ciertos individuos se puede rechazar. Esta es una de las razones por las se recomienda la lactancia materna durante, al menos, el primer año de vida. Incluso la Organización Mundial de la Salud sugiere amamantar seis meses con lactancia exclusiva (solo leche materna, sin agua, tés o fórmulas lácteas bóvinas o caprinas) y continuar lactando por lo menos hasta los dos años complementando con sólidos la alimentación del neonato. La Psiquiatría estudia el modo en que la lactancia materna refueza de manera particular el vínculo emocional en la relación madre–hijo de una forma tan sólida como primaria, lo que proporciona una satisfacción particular a ambos, desarrollando en el neonato la semblanza de afecto humano. De hecho, algunas madres prolongan la lactancia de su hijo durante dos años o más, aún a pesar de que el niño toma ya una alimentación muy variada y completa. En teoría, la prolongación de la lactancia tiene además otra consecuencia: durante la misma los niveles de prolactina en sangre se mantienen elevados, lo que impide que se produzca una secreción adecuada de hormona folículo estimulante FSH y luteínica LH con lo que se inhibe la ovulación. Este retraso al retorno de la fertilidad ha dado lugar a un método de anticoncepción llamado MELA, que podría servir durante los primeros seis meses de vida del bebé. Sin embargo, la lactancia como tal no es eficaz como método anticonceptivo. Se puede inducir la lactancia en una mujer que no haya estado embarazada.[12] No se han reportado diferencias nutricionales entre la leche materna inducida o aquella que resulta de un embarazo. Riesgos quirúrgicosCualquier operación efectuada en las mamas, incluyendo quirpurgica estética, conlleva un potencial de interferencia para una futura lactancia,[13] [14] [15] causando alteraciones en la sensibilidad del pezón y dificultades para interpretar una mamografía. Algunos estudios han demostrado una capacidad de lactancia comparable entre mujeres con macromastia (hipertrofia de mama) en comparación con grupos control en las que la operación reducción de senos se realizó usando una moderna técnica quirúrgica llamada "pedículo superior".[16] [17] [18] [19] Algunos organismos de cirugía plástica aconsejan posponer las reducciones electivos de senos en jóvenes adolescentes debido a que el volumen de la mama puede continuar creciendo considerablemente a medida que maduran las jóvenes y aún se desconocen los riesgos a largo plazo de estas intervenciones estéticas.[20] La mayoría de los cirujanos evalúan cada caso individualmente, antes de someter a una paciente joven a una reducción considerable de senos, para corregir hipoplasia o asimetría severa. Función sexualLas mamas cumplen un papel fisiológico y cultural en la función sexual femenina y masculina humana. Como zona erógena, es importante su participación en las relaciones sexuales. Existen numerosas prácticas sexuales centradas en las mamas (véase, por ejemplo, Masturbación con los pechos y fetichismo de senos). En las sociedades occidentales tecnológicamente desarrolladas muchos varones se sienten atraídos, sobre todo, por los senos de gran tamaño. Otros, sin embargo, los prefieren de un tamaño menor aunque turgentes y firmes. En realidad, el tamaño y la forma, así como la consistencia, no predicen en absoluto la capacidad de la mama para producir eficazmente leche. De hecho, gran parte de la mama es tejido adiposo, que, en parte, tiene funciones estructurales y de sostén y que contribuye a proporcionar atractivo sexual a la mujer, pero en absoluto a la lactancia. La función sexual femenina de la mama, después del diagnóstico y tratamiento del cancer de mama, no tiende a disminuir o diferir, en especial en mujeres sometidas a cirugías de reconstrucción estética (mamoplastia). Sin embargo, en las mujeres que hayan tenido una mastectomía total se ha notado una disminución en el interés sexual. La quimioterapia tiende a cursar con problemas en la función sexual de la mujer tratada.[21] Véase también: Disfunción sexual
El cáncer de mama
El cáncer de mama consiste en la proliferación acelerada e incontrolada de células del epitelio glandular entre los conductos delgados que conectan a modo de ramas de un árbol los racimos de lóbulos y lobulillos que componen la glándula mamaria. Como en otros tumores malignos, estas células se caracterizan por presentar particularidades propias de las células embrionarias: son células diferenciadas que han aumentado enormemente sus capacidades reproductivas y que se han vuelto inmortales, es decir, no pueden envejecer. El diagnóstico del cáncer de mama requiere el examen microscópico de una biopsia del tejido mamario sospechoso. La exploración física, la mamografía y otros exámenes de rutina son eficaces en el diagnóstico temprano de la enfermedad. Los tipos de cáncer que se desarrollan con más frecuencia son el cáncer ductal, si ocurre en los conductos, y el carcinoma lobular, si ocurre en los lóbulos.[2] El cáncer de mama es raro en los varones. Más del 99% de los casos ocurre en mujeres. Varios estudios han demostrado que las mujeres de raza negra, en los Estados Unidos, tienen una mayor mortalidad por cancer de mama, aunque las mujeres de raza blanca tienen una mayor incidencia. Después de ser diagnosticadas, las mujeres de raza negra tienen menos probabilidad de recibir tratamiento en comparación con mujeres de raza blanca.[22] [23] [24] Otros estudios se han enfocado en estas disparidades, y las teorías giran en torno a una menor accesibilidad a los chequeos precoces , de técnicas de diagnóstico y de tratamiento -médico y quirúrgico- y hasta algunas características biológicas en la población negra estadounidense.[25] Cerca del 50% de las mujeres con cáncer ginecológico y de seno, tratadas o no, padecen de disfunción sexual a largo plazo.[26] A menudo, las pacientes tratadas por cáncer sienten que la enfermedad fue producto de su actividad sexual y que nuevas relaciones sexuales podrían contribuir a su reaparición. Aunque son creencias erróneas, son preocupaciones y sentimientos reales que deberían ser compartidos con el profesional de salud. La disminución de la libido y otros problemas sexuales en pacientes con cáncer de mama, son síntomas comunes de depresión y, por lo general, al tratar la depresión, mejora la función sexual de la paciente.[21] Véase también: Historia natural del cáncer de mama, Diagnóstico del cáncer de mama, Tipos anatomopatológicos de cáncer de mama, y Tratamiento del cáncer de mama
Otras patologíasLa infección o inflamación del seno se conoce como mastitis y puede ser de causa bacteriana, por parálisis del flujo glandular (estasis), abscesos, sífilis, por hongos (actinomicosis), etc. Otras afecciones benignas incluyen el pezón invertido o congénitas como la (polimastia). Quistes y otros cambios fibróticos, adenomas, fístulas, galactorrea, papilomas, etc. Cualquier anormalidad en el seno debe ser consultada con un profesional de salud. Referencias
Véase también
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