El temple es un tratamiento térmico al que se somete al acero, concretamente a piezas o masas metálicas ya conformadas en el mecanizado, para aumentar su dureza, resistencia a esfuerzos y tenacidad. El proceso se lleva a cabo calentando el acero a una temperatura aproximada de 915°C en el cual la ferrita se convierte en austenita, después la masa metálica es enfriada rápidamente, sumergiéndola o rociándola en agua, en aceite o en otros fluidos o sales. Después del temple siempre se suele hacer un revenido.
Conocimientos adicionales recomendados
Tipos de templeHay dos tipos de temples, uno de ellos es el que se templa la totalidad de la pieza, incluyendo su núcleo, y otro es el que solo se templa su superficie externa, dejando el núcleo menos duro, para que sea más flexible. A este segundo temple se le llama "temple superficial" y existen dos tipos de éste según la manera de calentar: "a la llama" (en desuso) y el temple por inducción. También la dureza superficial se obtiene por medio del cementado, sin endurecer el núcleo, aplicado en engranajes y otros elementos que requieran similares características. Factores que influyen en el temple
Características generales del temple
Horno de templeLos hornos para calentar piezas pequeñas que se desea templar, son cajas metálicas que en su interior van recubiertas de material refractario para evitar pérdidas de calor, estas cajas llevan incorporadas varias resistencias eléctricas que producen el calentamiento de las piezas a la temperatura requerida y llevan incorporado un reloj programador para el control del tiempo de calentamiento y un pirómetro que facilita el conocimiento de la temperatura que hay en el interior del horno. En el caso de elementos de gran tamaño, como tubos, los hornos están formados por cámaras; cada cámara tiene el largo del tubo y en cada cámara hay de una serie de quemadores que se encargan del calentamiento de cada cámara. Para poder monitorear la temperatura se usa el termopar y para controlar el horno se usa el PLC o computadoras. De la cultura popularCuenta la leyenda que los primeros "aceros templados" se desarrollaron por mero acaso en Toledo, España, en donde se concentraba la "armería real" en la Edad Media. Allí eran fabricadas espadas, armaduras y partes metálicas en general. Por una mezcla de crueldad y servilismo, al herrero real se le ocurrió ensartar un prisionero de guerra (probablemente un "moro" o simpatizante) capturado en las guerras contra la dominación árabe, demás está explicar que esta crueldad hizo que la hoja de la espada fuera calentada "al rojo" para cometer el "acto simbólico", “muerte ritual” o “bautismo de sangre” y el resultado fue avasallador, la espada quedó endurecida, o "TEMPLADA" usando el cuerpo de un hombre como "agente refrigerante" del proceso; frente al hallazgo, la sorpresa y después de la sorpresa todos los nobles encomendaban su espada "toledana", por lo que se quedaron sin esclavos para sacrificar y por nefasta analogía y desprecio al enemigo los esclavos fueron sustituidos por cerdos que morían "en proceso" templando espadas, hasta que a alguien se le ocurrió que eso de "tener que matar" alguien o algún animal para templar el acero podría ser una superstición y probaron hacerlo con el agua, el aceite, con iguales resultados y así es hasta ahora en el lado oeste del planeta. [citas??][Tal cosa era practicada ya mucho antes de la presencia romana en Hispania por pueblos bárbaros del norte y el temple de las armas es conocido desde siglos antes de Cristo...] Fuentes
Véase también
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