Investigadores del CSIC descubren nuevas claves sobre el origen de la focomelia
La focomelia es una malformación muy rara, que afecta aproximadamente a uno de cada 20.000 recién nacidos y que se produce por causas genéticas o ambientales. En los años 60 su incidencia aumentó espectacularmente debido a la prescripción de talidomida para el alivio de las náuseas del embarazo, droga que más tarde se demostró que causaba focomelia. Aunque se detecta con facilidad durante el embarazo, no tiene tratamiento y los afectados tienen un alto grado de mortalidad.
Los investigadores han producido focomelia con rayos X en embriones de pollo y han llevado a cabo un análisis molecular y de linaje celular para ver cómo se produce la enfermedad. Hasta el momento, se creía que la enfermedad se originaba según el modelo de la ‘zona de progreso’: al reducirse el tamaño de la extremidad debido a la pérdida de células (por la muerte causada, en este caso, por la irradiación), las células supervivientes permanecerían más tiempo en la zona de progreso, adquiriendo destinos cada vez más distales (alejados del centro del cuerpo). Es decir, que las células que normalmente darían lugar al húmero acababan formando los dedos.
Marian Ros, investigadora del CSIC en el Instituto de Biomedicina y Biotecnología del Cantabria, explica que “los resultados de nuestro estudio demuestran que esto no es así ya que, según indican los marcadores moleculares disponibles, los tres segmentos próximo-distales de la extremidad (brazo, antebrazo y mano) se especifican adecuadamente aunque sólo se vayan a formar los dedos. Estos resultados no coinciden con las predicciones del modelo de la zona de progreso”.
“La investigación demuestra además que la irradiación impide la condensación de los elementos esqueléticos que se están formando en el momento en que se produce el daño, lo que indica que la focomelia es, fundamentalmente, el resultado de un defecto de diferenciación celular”, concluye la investigadora. Es decir, que los precursores esqueléticos –las células que formarán los tejidos del esqueleto- que tienen que comenzar su diferenciación en cartílago se ven muy afectados y, aunque reciben las instrucciones para hacerlo, no alcanzan la masa crítica suficiente para ello.
El descubrimiento, que clarifica las causas de esta malformación, supone un importante paso hacia comprensión del desarrollo de las extremidades, un proceso que aún no se conoce totalmente. “Conocerlo permitiría explicar no sólo la focomelia, sino muchas otras malformaciones producidas durante el desarrollo”, concluye Ros.
Jenna L. Galloway, Irene Delgado, Maria A. Ros & Clifford J. Tabin. A Reevaluation of X-Irradiation Induced Phocomelia and Proximodistal Limb Patterning. Nature 2009
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