Los microplásticos depositados en los fondos marinos se han triplicado en 20 años

Primera reconstrucción de alta resolución de la contaminación por microplásticos a partir de sedimentos obtenidos en el noroeste del mar Mediterráneo

28.12.2022 - España

La cantidad de microplásticos depositados en el fondo de los océanos se ha triplicado en las últimas dos décadas, con una progresión que se corresponde con la tipología y el volumen de consumo de productos plásticos por parte de la sociedad.

Lena Heins

La investigadora Laura Simón-Sánchez durante una de las campañas de recogida de muestras

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Lena Heins
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Esta es la principal conclusión de un estudio desarrollado por el Instituto de Ciencia y Tecnología Ambientales de la Universidad Autónoma de Barcelona (ICTA-UAB) y el Departamento de Medio Ambiente Construido de la Universidad de Aalborg (AAU-BUILD), que proporciona la primera reconstrucción de alta resolución de la contaminación por microplásticos a partir de sedimentos obtenidos en el noroeste del mar Mediterráneo.

A pesar de que el fondo marino se considera el sumidero final de los microplásticos que flotan en la superficie marina, se desconoce la evolución histórica de esta fuente de contaminación en el compartimento sedimentario y, en concreto, la tasa de secuestro y enterramiento de los microplásticos más pequeños en el fondo oceánico.

Este nuevo estudio, publicado en la revista Environmental Science and Technology (ES&T), demuestra que los microplásticos se conservan en los sedimentos marinos inalterados, y que la masa de microplásticos secuestrada en el fondo reproduce la producción mundial de plásticos desde 1965 hasta 2016. «En concreto, los resultados muestran que, desde el año 2000, la cantidad de partículas de plástico depositadas en el fondo del mar se ha multiplicado por tres y que, lejos de disminuir, la acumulación no ha parado de crecer imitando la producción y uso global de estos materiales», señala la investigadora del ICTA-UAB Laura Simon Sánchez.

El equipo investigador explica que los sedimentos analizados han permanecido en el fondo del mar inalterados desde su depósito hace décadas. «Esto nos ha permitido comprobar cómo, desde la década de 1980, pero especialmente en las dos últimas décadas, se ha incrementado la acumulación de partículas de polietileno y polipropileno, procedentes de los envases, las botellas y los films alimentarios, así como de poliéster, procedente de las fibras sintéticas de los tejidos de ropa», aclara Michael Grelaud, investigador del ICTA-UAB. La cantidad de estos tres tipos de partículas alcanza 1,5 mg por kilogramo de sedimento recogido, aunque el más abundante es el poliprolipeno, seguido del polietileno y el poliéster. A pesar de las campañas de concienciación sobre la necesidad de reducir el plástico de un solo uso, los datos que se desprenden de los registros de los sedimentos marinos por años muestran que estamos todavía lejos de conseguirlo. Políticas a nivel mundial en este sentido podrían contribuir a mejorar esta grave problemática.

A pesar de que los microplásticos son muy abundantes en el medio ambiente, las limitaciones de los métodos analíticos han condicionado las pruebas sólidas sobre los niveles de micropartículas en estudios previos sobre sedimentos marinos. En este estudio se han caracterizado aplicando imágenes de última generación para cuantificar partículas de hasta 11 µm de tamaño.

Se ha analizado el estado de degradación de las partículas enterradas, y se ha constatado que, una vez depositadas en el fondo del mar, ya no se degradan, ya sea por la falta de erosión, de oxígeno o de luz. “El proceso de fragmentación tiene lugar mayoritariamente en los sedimentos de la playa, en la superficie del mar o en la columna de agua. Una vez depositadas, la degradación es mínima, de manera que los plásticos de la década de 1960 continúan en el fondo marino; dejando la firma de la contaminación humana en el fondo del mar”, lamenta Patrizia Ziveri, profesora ICREA en el ICTA-UAB.

Los núcleos de sedimentos investigados se recogieron en noviembre de 2019, a bordo del buque oceanográfico Sarmiento de Gamboa, en una expedición que fue desde Barcelona (España) hasta la costa del delta del Ebro, en Tarragona. El grupo investigador seleccionó como zona de estudio el mar Mediterráneo occidental, en particular el delta del Ebro, porque los ríos se consideran un punto caliente en relación con diversos contaminantes, entre ellos los microplásticos. Además, la afluencia de sedimentos desde el río Ebro proporciona tasas de sedimentación más altas que en el océano abierto.

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