La lección de Fukushima: hay que prepararse para los accidentes nucleares
En un artículo en Science, Rodney Ewing, de la UM y dos colegas recomiendan un ambicioso programa nacional de investigación a largo plazo que estudie cómo se comportan los combustibles nucleares bajo condiciones extremas durante los incidentes de fundición del núcleo como las que ocurrieron en Fukushima después del terremoto con magnitud de 9 grados y el tsunami el 11 de marzo de 2011.
Tres de los seis reactores de agua hirviente de la planta tuvieron situaciones de fundición parcial del núcleo que involucraron temperaturas tremendamente altas y poderosos campos de radiación, como asimismo la interacción entre el agua de mar y el combustible nuclear. Se usaron muchas toneladas de agua del mar para enfriar los reactores recalentados y los estanques cercanos para el almacenamiento del combustible usado, y hasta aproximadamente el 8 de abril ocurrió la descarga directa de agua de mar contaminada en el océano y los acuíferos bajo tierra.
“Lo que aprendí, observando todo esto, es cuán poco en realidad sabemos acerca de lo que ocurre si se toma agua del mar, caliente, y se la derrama sobre el combustible nuclear”, dijo Ewing, profesor en el Departamento de Ciencias de la Tierra y el Ambiente, el Departamento de Ingeniería Nuclear y Ciencias Radiológicas, y el Departamento de Ciencia e Ingeniería de Materiales. Ewing es también miembro de la Junta de Revisión Técnica de Desechos Nucleares de Estados Unidos.
“Nadie, hasta donde yo sé, ha preguntado ‘Bueno, y ¿qué ocurre cuando se hace eso? ¿Estamos haciendo algo realmente bueno o realmente malo?’”, señaló Ewing. “Ese tipo de información no estaba disponible y, hasta donde yo puedo ver, no había experiencia a la que se pudiera recurrir”.
El uso de agua del mar en Fukushima revela la necesidad de un conocimiento fundamental del combustible nuclear que pueda aplicarse a una gama de situaciones inesperadas, dijo Ewing. La investigación debería incluir estudios de los varios materiales radiactivos liberados del combustible dañado durante un incidente de fundición del núcleo, como asimismo un examen escrupuloso de la forma en que el combustible nuclear interactúa con agua dulce y agua del mar, añadió.
Tales estudios podrían conducir a modelos de pronóstico que ayudarían a los operadores de plantas nucleares en su respuesta a acontecimientos imprevistos, tomando medidas apropiadas y oportunas que minimicen los impactos sobre el ambiente y la salud humana. El artículo en Science revisa el conocimiento actual de las intenciones del combustible nuclear durante los accidentes en los cuales se funde el núcleo.
“Casi por definición un accidente es algo que nos coloca en una situación que no se anticipó”, dijo Ewing, profesor universitario distinguido de la cátedra Edward H. Kraus. “Por eso la investigación debería enfocase en las situaciones que uno no espera enfrentar. Hasta ahora, ese tipo de conocimiento es, en el mejor de los casos, fragmentario”.
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