Investigadores “corrigen” la microbiota de enfermos con lupus para mejorar su respuesta inmune

06.04.2016 - España

Entre 40.000 y 50.000 personas sufren lupus en España, según la Federación Española de Lupus, una enfermedad autoinmune crónica. Ahora, un estudio en el que participan el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y la Universidad de Oviedo ha demostrado que enriqueciendo con bacterias beneficiosas la microbiota de individuos lúpicos se consigue que se parezca más a la de individuos sanos. El trabajo, que se ha publicado en la revista Scientific Reports, abre la puerta a modificar la respuesta de las células inmunes a través de una manipulación terapéutica de la microbiota.

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1. Fotografía de la microbiota fecal aislada vista al microscopio sin tinción fluorescente

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Fotografía de la microbiota fecal aislada vista al microscopio con fluoróforos que marcan bacterias vivas (en rojo) y muertas (en verde).

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Los investigadores han partido de estudios previos en los que ya habían demostrado las “diferencias significativas” entre poblaciones microbianas en las heces de personas sanas e individuos con lupus, que se manifestaban por un descenso de la ratio Firmicutes/Bacteroidetes. A través de un método que permite separar la microbiota intestinal del resto de contenido fecal, han añadido bacterias de cepas de Bifidobacterium bifidum, Ruminococcus obeum y Blautia coccoides. “Hemos comprobado que cuando estas bacterias se ponen en contacto con las células inmunes se corrige parcialmente el desequilibrio inmunológico que padecen las personas lúpicas”, señala el investigador del CSIC Abelardo Margolles, del Instituto de Productos Lácteos de Asturias.

Los resultados del estudio plantean la posibilidad de cambiar la composición o la actividad de la microbiota mediante el empleo de probióticos, prebióticos o modificaciones en la dieta y mejorar así la situación de estos enfermos, en su mayoría mujeres en edad fértil (entre los 15 y los 44 años), que pueden sufrir gran variedad de síntomas clínicos, como manifestaciones cutáneas, articulares y renales.

“Las aplicaciones son muy prometedoras aunque tienen que ser validadas experimentalmente en modelos in vivo”, asegura Margolles. Tras la fase en el laboratorio, los investigadores plantean que el estudio sienta las bases para realizar ensayos preclínicos y clínicos.

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