Un estudio del CSIC podría mejorar la terapia y el sistema de diagnóstico de una rara y agresiva forma de cáncer linfático
La investigación, centrada en la proteína EF21, podría dar pie a mejoras en el sistema de diagnóstico y a terapias menos tóxicas
El estudio es fruto del trabajo de la investigadora del CSIC Irene Molina-Privado, bajo la dirección del también investigador del CSIC Miguel R. Campanero, del Instituto de Investigaciones Biomédicas Alberto Sols (centro mixto del CSIC y la Universidad Autónoma de Madrid). Los científicos han contado con la participación del grupo de Miguel Ángel Piris, del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas; y de Javier Menárguez, del Hospital Gregorio Marañón, en Madrid.
Como explica Campanero, el Linfoma o Leucemia de Burkitt es una rara forma de cáncer del sistema linfático (forma parte de los llamados linfomas no Hodgkin) que suele darse entre niños y jóvenes, aunque ocasionalmente se observa en adultos. De hecho, su variante endémica afecta fundamentalmente a África ecuatorial y es una de las patologías más frecuentes entre la población infantil. La variante esporádica, en cambio, supone entre el 40 y el 50% de los linfomas de tipo no Hodgkin en los países industrializados.
Los investigadores han estudiado esta segunda tipología de la enfermedad, que presenta dos problemáticas: De un lado, su diagnóstico se basa en diversas aproximaciones complementarias, que no siempre resultan completamente fiables por lo que, a menudo, se confunde con otros tipos de linfoma. De otro, su terapia se basa en un tratamiento muy agresivo e intensivo de quimioterapia que incluye distintas combinaciones de agentes anti-tumorales.
Según el investigador del CSIC, la toxicidad del tratamiento es importante ya que presenta, entre sus efectos secundarios, neurotoxicidad, toxicidad hematológica, mucositis severa, enfermedad cardíaca e infertilidad.
“El desarrollo de terapias anti-tumorales de baja toxicidad depende, generalmente, de la identificación de proteínas cuya expresión o función se encuentren alteradas específicamente en las células diana. Para ello es necesario conocer los mecanismos moleculares implicados en la formación de cada tumor”, apunta Campanero. Y añade: “Los mecanismos implicados en la formación del Linfoma de Burkitt esporádico apenas han sido estudiados hasta el momento”. Ésta ha sido, precisamente, la línea de investigación del grupo.
El equipo de Campanero observó que uno de los miembros activadores de la familia de factores de transcripción E2F, el E2F1, presenta niveles de expresión muy elevados en todas las biopsias de pacientes con Linfoma de Burkitt analizadas, en comparación con los niveles detectados en tejidos no tumorales. A partir de este hallazgo, los autores sugieren que la detección de un nivel de expresión de E2F1 similar al detectado en tejidos no tumorales serviría para descartar un diagnóstico de la patología.
Por otro lado, los investigadores del CSIC emplearon distintos ARN interferentes específicos de E2F1 para inhibir la expresión de E2F1 en células afectadas por este tipo tumoral. Sus descubrimientos indican que la reducción de la expresión de esta proteína en células de Linfoma de Burkitt esporádico no solo inhibe su crecimiento y proliferación, sino que también inhibe su capacidad tumoral.
“Dado que la expresión de E2F1 no es necesaria para la proliferación de la mayoría de las células normales, la investigación propone la generación de herramientas que permitan inhibir la expresión de E2F1 en pacientes de este tipo de linfoma. Estas herramientas podrían servir para el desarrollo de terapias menos tóxicas que las actualmente empleadas para el tratamiento de esta patología”, concluye el investigador del CSIC.