Un estudio revela cómo las "sustancias químicas de siempre" pueden afectar a la salud cardiaca de las mujeres mayores
"Nuestros resultados demuestran que no se pueden meter todos los PFAS en el mismo saco"
"Investigaciones anteriores sugieren que la exposición a PFAS puede desempeñar un papel en el desarrollo de enfermedades cardiovasculares durante la transición a la menopausia, pero los mecanismos biológicos no se conocían bien", dijo la autora principal del estudio Alicia Arredondo Eve, investigadora postdoctoral en el Departamento de Ciencias de la Alimentación y Nutrición Humana (FSHN) en la Facultad de Ciencias Agrícolas, del Consumidor y Ambientales (ACES) en Illinois. "Nos centramos en sustancias químicas PFAS específicas, así como en las enfermedades cardiovasculares que son más comunes en las mujeres mayores".
Es difícil escapar de los PFAS. Estas sustancias químicas artificiales recubren sartenes antiadherentes, ropa impermeable, envoltorios de alimentos, recibos y muchos más objetos con los que entramos en contacto a diario, por no hablar de que están presentes en gran parte de nuestro suministro de agua. Algunas formas -y hay miles de variantes químicas- pueden persistir en el medio ambiente durante cientos o miles de años, de ahí su apodo de "sustancias químicas para siempre".
No es sorprendente que los estudios sugieran que casi todos los estadounidenses son portadores de PFAS en la sangre y otros tejidos corporales. Pero las mujeres premenopáusicas están un poco mejor. Gracias al parto, la lactancia y su ciclo menstrual mensual, las mujeres premenopáusicas expulsan más PFAS que los hombres y las mujeres posmenopáusicas. Tras el cese de la menstruación, los PFAS se acumulan y pueden causar problemas.
Los científicos aún están investigando qué hacen exactamente los PFAS en el organismo, pero parece que alteran la señalización hormonal e interfieren en la función reproductora y cardiovascular normal. La mayoría de los estudios sobre PFAS se han centrado en hombres o mujeres en edad reproductiva, pero Arredondo Eve y Zeynep Madak-Erdogan, coautora del estudio, afirman que las mujeres posmenopáusicas sufren problemas cardiovasculares específicos.
Motivados por llenar este vacío de conocimiento, los investigadores analizaron datos y muestras de 70 mujeres posmenopáusicas de Turquía. Aproximadamente un tercio de las mujeres habían sido diagnosticadas de enfermedad coronaria, la principal forma de cardiopatía en el mundo. Otro tercio padecía enfermedad microvascular coronaria, frecuente en mujeres posmenopáusicas. El tercio restante no presentaba signos de cardiopatía.
Se analizaron todas las muestras para detectar la presencia y los niveles de dos PFAS de cadena larga "heredados" (que ya no se fabrican en EE.UU.) - PFOS y PFOA - y un PFAS de cadena corta más reciente conocido como PFBS. A continuación, los investigadores utilizaron complejas técnicas de aprendizaje automático para analizar las relaciones entre los PFAS y varios metabolitos y proteínas de la sangre.
"Cuando se tienen múltiples factores y se quiere centrar la atención en uno o dos, las técnicas de aprendizaje automático son muy eficaces para reducir ese número", explica Madak-Erdogan, profesor asociado de FSHN. "Descubrimos que el PFOS estaba estrechamente relacionado con la enfermedad arterial coronaria, mientras que el PFOA era más predictivo de la enfermedad microvascular coronaria".
Además, las dos sustancias químicas interactuaban con proteínas y vías asociadas a la inflamación. La inflamación crónica, desencadenada por el estrés, una dieta inadecuada, infecciones u otras causas, es un factor de riesgo tanto de enfermedad arterial coronaria como de enfermedad microvascular coronaria. Aunque las interacciones con las vías inflamatorias no fueron una sorpresa dadas las enfermedades en cuestión, surgió un patrón inesperado.
"Los PFAS que estudiamos afectaban de forma diferente a la abundancia de factores proinflamatorios circulantes. No lo esperábamos", afirma Arredondo Eve. "El PFOA y el PFOS no son tan diferentes en cuanto a su estructura química. Nuestros resultados demuestran que no se pueden meter todos los PFAS en el mismo saco".
Los niveles más altos de PFOA, que predijeron la enfermedad microvascular coronaria, se asociaron con niveles más altos de aminoácidos isoleucina y leucina y niveles más altos de citocinas proinflamatorias. Por otro lado, los niveles más altos de PFOS, relacionados con la enfermedad coronaria, se asociaron con niveles más bajos de isoleucina y leucina.
Además de estos efectos opuestos sobre los metabolitos, cada PFAS se asoció con un conjunto distinto de proteínas proinflamatorias. Los investigadores afirman que se necesitan más estudios preclínicos para comprender la base mecánica de estas diferencias.
En última instancia, el estudio corrobora investigaciones anteriores que relacionaban la exposición a los PFAS con las enfermedades cardiovasculares en mujeres posmenopáusicas, proporcionando indicios de cómo interactúan las sustancias químicas con los procesos proinflamatorios del organismo. Por desgracia, los autores afirman que no hay mucho que las mujeres puedan hacer para deshacerse de los PFAS una vez que entran en el organismo. En su lugar, advierten a las mujeres que eviten una exposición prolongada eligiendo ropa, utensilios de cocina y otros materiales que no contengan PFAS.
"Necesitamos más educación sobre cómo podemos reducir nuestra exposición a los PFAS", afirma Madak-Erdogan. "También es necesario tomar más medidas para regular y mitigar la llegada de estas sustancias químicas al medio ambiente".
El equipo tiene previsto seguir estudiando los efectos de los PFAS en la salud de las mujeres.
Nota: Este artículo ha sido traducido utilizando un sistema informático sin intervención humana. LUMITOS ofrece estas traducciones automáticas para presentar una gama más amplia de noticias de actualidad. Como este artículo ha sido traducido con traducción automática, es posible que contenga errores de vocabulario, sintaxis o gramática. El artículo original en Inglés se puede encontrar aquí.