Los aerosoles afectan al clima más que lo pronosticado mediante satélites
Las conclusiones se publican en Proceedings of the Nacional Academy of Sciences.
Los aerosoles están en el núcleo de las “gotas de nube”, las partículas de agua suspendidas en el aire que coalescen para formar la lluvia. El aumento en el número de partículas de aerosoles causa un incremento en el número de gotas de nube, lo cual resulta en nubes más brillantes que reflejan más luz y tienen un efecto más grande en el enfriamiento del planeta.
En cuanto al grado de su efecto refrigerante los científicos ofrecen diferentes escenarios que elevarían la temperatura global promedio en la superficie del planeta durante el próximo siglo entre menos de 2 y por encima de 3 grados Celsius. Esto quizá no parezca una gama muy amplia pero está a horcajadas del punto de 2 grados que, según los científicos, marca el punto en el cual el planeta puede esperar efectos más catastróficos en el cambio climático.
Los datos de satélite, sobre los cuales estas conclusiones arrojan dudas ahora, se han usado para argumentar que todos estos modelos sobreestiman la medida en que se calentará el planeta.
“Los cálculos de los satélites son demasiado pequeños”, dijo Joyce Penner, Profesora Universitaria Distinguida de Ciencia Atmosférica en la Cátedra Ralph J. Cicerone. “Hay aspectos del modelo global que deberían ajustarse a los datos de los satélites pero no se ajustan, y por ello yo no argumentaré que los modelos sean necesariamente correctos. Pero hemos explicado por qué los cálculos de los satélites y los modelos son diferentes”,
Penner y sus colegas encontraron fallas en las técnicas que usan los cálculos de satélites para encontrar la diferencia entre las concentraciones actuales de gotas de nube y las que ocurrían antes de la Revolución Industrial.
“Encontramos que el uso de los datos provistos por los satélites para inferir cuánta radiación se refleja hoy y compararla con el volumen reflejado en la atmósfera, libre de contaminación, en la era pre industrial es muy poco acertado. Si uno usa la relación entre la profundidad óptica de los aerosoles –esencialmente una medida del espesor de los aerosoles- y el número de gotitas obtenidos por los satélites entonces uno puede llegar a un resultado equivocado por un factor de tres a seis”.
Estas conclusiones son un paso hacia la generación de modelos mejores, y Penner indicó que ésta será la próxima fase de esta investigación.
“Si persiste la gran incertidumbre en este forzamiento jamás reduciremos la gama de cambios proyectados en el clima por debajo de la gama actual”, dijo Penner. Nuestras conclusiones muestran que debemos ser más inteligentes. No podemos, simplemente, confiarnos en que los datos de los satélites nos indicarán los efectos de los aerosoles. Pienso que debemos diseñar una estrategia que use los modelos junto con los datos de satélites para llegar a las mejores respuestas”.
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