Desvelados parte de los patrones epigenéticos que nos hacen humanos

22.04.2014 - España

Un estudio en el que ha participado el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha desentrañado el patrón epigenético de los neandertales y del individuo conocido como homínido de Denísova y lo ha comparado con el del humano actual. El trabajo ha permitido identificar los genes cuya actividad difiere entre esas especies emparentadas y que marcan los cambios evolutivos más modernos que han configurado a la especie humana. 

Según sus autores, esta investigación aporta por primera vez datos acerca de la evolución de la regulación de los genes en los humanos y abre una ventana a la exploración de la regulación genética en especies que se extinguieron hace decenas de miles de años.

Evolución epigenética

La epigenética estudia las variaciones sutiles de los genes que, sin afectar al núcleo de su estructura, modulan su actividad y pueden transmitirse a las siguientes generaciones. Una de estas variaciones es la metilación del ADN, que controla cuándo y cómo son activados y desactivados los genes que controlan el desarrollo de nuestro organismo.

“La determinación de los genomas y los epigenomas de nuestros antecesores es fundamental para entender los mecanismos moleculares responsables de que seamos como somos. Algunas de las diferencias en los patrones epigenéticos que hemos identificado en este trabajo afectan a genes relacionados con el desarrollo de los huesos y podrían explicar las diferencias entre el esqueleto de esas especies antiguas y los humanos actuales”, explica el investigador Mario Fraga, del Centro Nacional de Biotecnología (del CSIC) y de la Universidad de Oviedo.

Otras de las diferencias detectadas afectan a genes relacionados con el sistema cardiovascular y el sistema nervioso, y que se han asociado con enfermedades como el Alzheimer o la esquizofrenia. “Aunque por el momento se desconocen los factores que han dado lugar a esas diferencias, ya que los patrones epigenéticos están influidos tanto por las propias características genéticas como por las condiciones ambientales, surge el interrogante de si esos trastornos, tan frecuentes en la sociedad actual, reflejan una predisposición inherente a nuestra especie o son, por el contrario, consecuencia de la forma de vida y el entorno en el que discurre nuestra existencia”, concluye el investigador.

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